El día 22 tuve la oportunidad de repetir como sembradora de
estrellas. Esto consiste en cantar villancicos tanto por la calle, como en
hospitales o como ha sido el caso este año, en residencias de ancianos.
Cada vez que recibo el mensaje de Ana, preguntándome si este
año también cuenta conmigo para sembrar estrellas, se me dibuja una sonrisa en
la cara y la respuesta no puede ser otra que “¡por supuesto!”.
Este año todo comenzaba a las 10.15 de la mañana; tanto
niños como jóvenes y adultos nos colgamos las estrellas y empezamos a ensayar
los villancicos que cantaríamos en la residencia.
A las 11 y algo ya estábamos todos de camino a la residencia
mientras cantábamos villancicos, pegábamos estrellitas a la gente y felicitábamos
la navidad con la mejor de nuestras sonrisas.
Cuando llegamos a la residencia, allí nos esperaban cuatro
plantas llenas de personas mayores, que esbozaron al menos una pequeña sonrisa
cuando nos vieron entrar por la puerta.
En todas las plantas había gente que
nos acompañaba dando palmas, alguna persona que derramaba alguna lagrimilla
pero sobre todo muchas sonrisas.
Tengo que reconocer, que quizá fue la primera planta la que
más me emociono, la que casi me hace soltar lagrimas… ver a aquella señora
sentada en su silla de ruedas, con esa cara de sufrimiento y sin enterarse de
nada, me conmovió mucho…
A pesar de ser una experiencia dura, es a su vez muy bonita
ya que consigues sacar sonrisas a gente que de verdad lo necesita, les llevas
un poco de la magia de la navidad, aunque sea solo durante unos minutos y te
das cuenta de lo fácil que es hacer feliz a la gente y lo poco que te cuesta
hacerlo.
Gracia a todos los que habéis estado allí ese día cantando y
bailando, llevando ilusión y magia y sobre todo gracias a la residencia los nogales
por abrirnos las puertas, tratarnos tan
bien y acompañarnos con los villancicos.
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